La travesía del mal - Valentina Santos

Una vez, un ser extraordinario que llegó de la nada, me dijo algo que me hizo viajar al pasado; "Cuando perdemos a alguien, no podemos ir en busca de esa persona, porque a veces puede que salga todo bien en el camino, que encuentres lo que buscas o, que te pierdas a vos mismo y no sepas volver, y la idea no es perdernos a nosotros porque al fin y al cabo, solo nos tenemos a nosotros mismo ante todo", y eso me dejo pensando, me llevó a un momento donde estaba navegando por aguas turbias y profundas, donde si no conocías el terreno podías perfectamente quedarte ahí y ser deborado por todos los monstruos que habitaban en ese océano negro.
Fue muy duro y difícil ese viaje, me llevé muchos sustos y llegué a pensar en que ese era mi fin. Cuando estás ahí, mismo el ambiente oscuro, lleno de niebla y con un frío que te cala los huesos hace que pienses lo peor en cada segundo.
Recuerdo que no había nadie, era solo yo y los seres extraños, habían voces de lamentos, llantos incontrolables, quejidos de dolor y un olor a muerte, era realmente el infierno o el puente hacia el. Ahí no podes dejar que el miedo te domine, porque cada bestia se alimenta de eso, es como que crece y te va llevando suavemente a lo mas profundo de ese lugar, hasta enloquecer y perderte por completo, donde sabes que ya no hay vuelta a casa. Por eso a veces no hay que seguir determinadas personas, porque algunas te llevan hasta el fin del mundo, y a mi, me llevaron hasta ahí. El miedo a perder fue lo que me llevó a caer en ese mundo de bestias, y ahí fue apareciendo una a una. La primera de ellas me decía cosas que me hacian creer que yo no era suficiente para estar en el mundo de arriba, que no podía tener a alguien al lado porque no era digna de tal cariño. Y es ahí cuando comence a sumergirme mas en mi interior, reflexionar y llegar a darle la razón a aquel monstruo, me convencí de tal forma que seguí navegando. La segunda bestia que me encontré fue la que me impulsó el "no puedo", me decía que una vez que entras en estas tierras, es difícil que salgas, que no hay manera de volver a subir a la superficie, traté de mil formas de ver el lado opuesto pero tenía una tristeza, una baja de fuerza que me impedía luchar contra esos monstruos, y me di cuenta que si estas solo muy difícilmente podes salir, a menos que tengas una fuerza única y fuerte capaz de matar a todos de una sin piedad. Luego aparecieron más, cada uno de ellos más peligrosos que los anteriores y el último es el que te hace decender a lo mas profundo y que quedes atrapado por el reto de tu vida.
A mitad del viaje, puede ver una luz mágica que venía desde arriba, tenía una fuerza que pudo penetrar las nubes llenas de agua y carga eléctrica que constantemente estaban estallando sobre mi. Se abrió el cielo, descendió una mano, y en ese instante no dude en remar lo más rápido posible, tenía viento, marea y lluvia en contra, pero algo en mi corazón me hacía sentir que podía alcanzar su mano y ascender junto a la luz. Di mi último esfuerzo y fue ahí cuando sentí la esperanza de que si se podía salir de ese infierno, de que si era digna de poder vivir algo bueno y que me llene de felicidad, era capaz de combatir mis demonios y esa aparición magnífica fue la que me dio la fuerza que me faltaba para continuar y decir que nunca más iba a tomar ese camino, que no iba a seguir a nadie hasta el fin del mundo, porqué a veces el fin del mundo no sea un buen lugar como todos imaginamos, ni que vamos a ir juntos, porque el camino es pesado y si nos perdemos quizás no haya vuelta a casa. Algunos contamos con ese privilegio de tener la mano salvadora, pero y ¿los otros que no?, por esa razón decidí no arriesgar todo de mi en busca de cosas que ya no existen y entender que mi busqueda siempre tiene que ser por algo bueno y al futuro, no hacía un costado o al pasado.
Agradezco a esos seres extraordinarios que me salvaron en esa travesía del mal y que me la recordaron para que no la vuelva a transitar.